Creo que todas las cosas grandes inician con un sueño, con despertar un día con ganas de hacer algo grande y retarse a lograrlo, pero esto hay que transformarlo en metas claras y concretas tomando los riesgos que sean necesarios para alcanzar este sueño, y cuando las cosas no marchen bien o la estrategia no haya funcionado hay que reinventarse, mejorar el plan y seguir en pos de lo que se ha decidido hacer.
Hoy después de un año de haber tenido la osadía de renunciar a mi trabajo e iniciar con mi sueño, puedo decir que, aunque el camino no es fácil, tampoco es imposible. Ahora una vez más puedo recordar la frase que mi profesora de primaria escribió en mi boletín de notas finales al terminar un año, “no hay mayor satisfacción que la del deber cumplido”, y aunque llevo poco tiempo como emprendedor, me puedo sentir satisfecho de que con la ayuda de Dios pude transformar ese sueño en una empresa que cumple su primer año.
Desde que era niño tuve una mentalidad de negocios gracias al ejemplo que veía en mi padre, creo que esto me impulso a inventarme la manera de obtener mis propios ingresos estando en el colegio, comenzando desde vender dulces hasta realizar los trabajos para la clase de ‘Dibujo técnico’; no se preocupen, siempre me pagaron. Cuando terminé mi secundaria sólo tenía claro que quería estudiar una carrera profesional, sin embargo, las cosas no se dieron y termine por estudiar la carrera tecnológica que menos pensé. Al principio, no se imaginan como me sentí de “fracasado”, pero decidí utilizar eso a mi favor, y gracias a esa carrera tecnológica de 2 años pude desenvolverme muy bien en el ámbito laboral adquiriendo la experiencia y las habilidades necesarias para crear mi propio negocio.
La mentalidad que tengo actualmente ha cambiado respecto a lo que pensaba hace unos años. Ya no me siento “fracasado”, ahora me siento afortunado, porque de no haber tenido obstáculos por superar, hoy no sería el joven emprendedor que soy. Quiero invitarte a transformar tus sueños en metas, pero también a convertir tus obstáculos en oportunidades. No triunfa el que no se arriesga, menos el que ante un obstáculo o puerta cerrada se rinde, triunfa quien decide convertir un aparente fracaso en una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.
Se vale soñar, pero los sueños no se van hacer realidad de la nada, hay que trabajar por ellos, pero ante todo hay que perseverar.